DULCE & SALADO

Hace algo más de 100 años la familia de Domingo ya tenía su horno de leña funcionando. Y, su molino de piedra en el rio. Y ya recogían el trigo de los labradores de la zona para moler en su molino y convertir en pan en su horno de leña. Hoy esos bollos hechos con masa madre en vez de levaduras y en el horno de leña siguen siendo la prioridad de Domingo cada jueves (alguna vez hace una excepción para nosotros en el resto de la semana). Es sabrosísimo pan, al cabo de casi una semana sigue siendo pan, como era hace 100 años. Y lo mismo hace con sus rosquillas “melindres”. No han cambiado en 100 años, siguen contando con los mismos ingredientes y con ese sabor que te engancha.

A Pio la elaboración del chorizo gallego, como se hace en casi cada casa de aldea de Galicia, le parece lo más normal del mundo. Aprendió de su madre y continuó su labor. En su pequeño obradoiro cárnico en Vilaboa lo único que Pio ha hecho es desarrollar una metodología que permita la certificación sanitaria de sus elaborados, pero el sigue aplicando las técnicas tradicionales que aprendió de su madre cuando solo era un niño. Sus chorizos y sus salchichones “saben a tradición, saben a casa, a aldea”. Por eso están en La Casa de la Aldea.

Dulce casi se crió entre colmenas. En la leira que está a continuación de la casa familiar en plena Terra Chá están unas. Otras en un valle cercano, en zona de bosque bajo, en media montaña y arriba de todo en la sierra. Dulce mantiene el espíritu familiar de que la colmena ayuda al entorno y vive del entorno de forma natural. Solo así da sus mejores néctares. Y eso es lo que encontrarás cada vez pruebes el fruto de sus colmenas.

Javier tiene su casa encima de su pequeña quesería en el concello de Boimorto. Y sus vacas pastan en fincas cercanas. Aprendió de sus padres algo que ellos habían aprendido antes de los suyos: cuidar de sus vacas y hacer el mejor queso cremoso de esa leche cruda sin tratamientos de pasteurización que cada mañana y cada tarde ordeña. Cuenta todavía con la ayuda de sus padres para vigilar el proceso de producción del queso mientras el sigue pendiente de la alimentación de sus vacas. Y el resultado es exquisito, un queso artesanal de Arzúa-Ulloa como los de antes.

Y las castañas recogidas a mano por Verónica y Daniel que las pelaron y envasaron en el almíbar que también ellos elaboran en su obradoiro de Folgoso del Caurel. Naturales, sin conservantes ni colorantes, provenientes de sus soutos de castaños centenarios de la sierra del caurel.