HONESTIDAD & RECONCILIACIÓN

Los pilares de esta casa se fundamentan en la honestidad de lo que hacemos y en cómo lo hacemos, convirtiéndola en el hogar de la reconciliación:
reconciliarse con la tierra defendiendo los procesos de producción de alimentos naturales y responsables, reconciliarse con los labradores y artesan@s pagando un precio justo por algo imprescindible en nuestras vidas, la nutrición. Y reconciliarse con el ser humano que llevamos dentro devolviendo tanto la agricultura como la gastronomía al lugar que se merecen.

SOMOS HIJOS DE LA ALDEA... GLOBAL

¿Quién vive en esta casa?

Tod@s los que se sienten hijos de la aldea. Criados en una cultura donde somos lo que comemos, donde la existencia se entiende en armonía con el entorno, donde la solidaridad entre vecinos es imprescindible para la vida diaria y la puerta abierta al viajero es algo habitual.

Nuestras primeras imágenes de la infancia son la siembra, el cuidado y la recolección de la cosecha. Y lo mejor de todo: en nuestros recorridos por el mundo nunca hemos dejado de recordar la cocina original de la aldea y de admirar lo que nos íbamos encontrando en otras aldeas como la nuestra.

PORQUE SOLO SE GANA CUANDO TODOS GANAN

¿Por qué construimos esta casa?

Existen infinidad de razones para decir por qué: por salud, por placer, por lógica... pero sobre todo porque de esta manera tod@s salimos ganando:
no solo labradores, artesan@s y comensales, si no también cada una de las especies de flora y fauna con las que convivimos.

Cualquier otra fórmula de crecimiento donde una de las partes no se vea justamente recompensada sería otra forma de explotación más (con fecha de caducidad incluida). El planeta azul y verde debe seguir siendo azul y verde.Y tanto el labrador como el artesano que producen alimentos en armonía con el entorno gracias al trabajo de sus manos merecen una recompensa justa.

COMO SE HA HECHO TODA LA VIDA... PERO INNOVANDO

¿Cómo se trabaja en esta casa?

Como lo han hecho generaciones y generaciones de labradores y artesanos que aprendieron el oficio de cultivar y elaborar de sus padres para luego trasmitírselo a sus hijos hasta llegar a nuestros días.

En resumen, el resultado de cómo se hacían las cosas antes de que fuese necesario llamar ecológico a lo que siempre ha sido natural pero innovando a la hora de compartirlo: utilizando la red para comunicarnos y la logística razonable para el transporte. Directamente de la leira a la cocina en menos de 24 horas. Formulación directa, sin pasos intermedios ni intermediarios. Y con tan poco “coste energético de manipulación y transporte” que casi parece agricultura de jardín propio.

HOY AQUÍ. MAÑANA, DONDE EL MINIFUNDIO SEA PROGRESO

¿Dónde está LA CASA DE LA ALDEA?

Hoy en Galicia. En cada una de las pequeñas leiras que pueblan las aldeas “espalladas” por la geografía gallega. En cada una de las casas de la aldea donde el espíritu original del labrador sigue vivo: donde la búsqueda de la calidad, el sabor y la armonía con el entorno son las señas de identidad. Donde la producción industrial masiva de la agricultura nunca terminó de cuajar porque “la leira” era demasiado pequeña para ser rentable en producción intensiva. Donde semilla, siembra, cuidados y cosecha casi no han cambiado nada en los últimos 100 años.

¿Y mañana? Mañana en todos aquellos sitios donde un labrador o artesano pueda compartir aquello que produce para su propio consumo en armonía y respeto por el entorno.

PARA L@S QUE ANHELAN LOS SABORES DE ANTES...
Y PARA LOS QUE BUSCAN SALUD

¿Para quién se cultiva en esta casa?

Para quienes saben que sabor y salud van de la mano cuando somos honestos con la tierra. Para quienes saben que el auténtico lujo está en lo que comemos. Para quienes creen que para ser honestos es necesario que todas las partes tengan una recompensa justa. Y para quienes creen que es posible vivir y dejar que el planeta siga siendo un maravilloso espacio de vida para las generaciones futuras.


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